miércoles, 4 de mayo de 2011

El acoso en las escuelas dominicanas

Un fascinante artículo sobre el bullying escolar, haciendo hincapié sobre la situación en la Republica Dominicana. Como veis: afilad vuestras garras porque hay mucho por lo que luchar.

Gato Periodista




El bullying es tema mundial. Empezó a llamar la atención de los especialistas en los años 70 y poco a poco se fue tomando en las aulas. Hoy, es un problema que aumenta y que puede llevar al suicidio de los niños y adolescentes que lo sufren. República Dominicana no es la excepción.

Tenía 10 años, una figura redonda y lentes que enmarcaban su mirada infantil. Su uniforme siempre estaba planchado y sus zapatos, lustrosos. Era un "nerd" por fuera, homosexual por dentro, y sus compañeros de colegio lo habían notado hacía años. Fausto González (23, estudiante de administración hotelera) era el blanco perfecto para ser víctima de bullying: "Me golpeaban para verme correr y pedir clemencia, me ponían apodos ofensivos -"niña" era lo más suave que me decían-, me garabateaban la mascota con insultos, me excluían de grupos y juegos, me hacían llorar. Era una tortura".

Ese particular día, recuerda, resbaló en el piso mojado "La niña se cayó, la niña que no se quería mojar", armaron burla sus compañeros. Por algún motivo, ese instante caló más hondo que la mochila de acoso que cargaba a diario. Llegó a su casa a llorar, a escondidas de sus padres o de cualquier otro que pudiera enterarse del suplicio que duraría hasta sus 15 años, cuando finalmente se cambió de colegio.

"Cosas de niños", era la consigna de entonces frente a los conflictos entre estudiantes. Una consigna que permanece latente incluso hasta el día de hoy en profesionales del área, y que hace la vista gorda a un problema que genera niños depresivos, de baja autoestima, aislados de sus pares y con un menor rendimiento académico. Niños con el futuro herido y la infancia robada.


Esos difusos límites

El acoso escolar, o bullying, "se está convirtiendo en una realidad acuciante de la realidad escolar en todo el mundo" advierte el psicoterapeuta argentino Rolando Martiñá en su libro "La comunicación con los padres" (2007). La complejidad del fenómeno ha llevado a distintos estudios a presentar cifras contradictorias sobre el porcentaje de víctimas en la población escolar mundial, a lo que se suma la dificultad de detección del problema.

Porque, ¿qué es, realmente, el bullying? ¿Cómo se diferencia de los relajos cotidianos que todos recordamos de la escuela? Dan Olweus, considerado el primer investigador científico sobre el tema, acuñó la definición en los años 80: "Un estudiante sufre de hostigamiento escolar o es victimizado, cuando es expuesto en forma reiterada y a lo largo del tiempo, a acciones negativas por parte de uno o más estudiantes".

Martiñá aclara: "El maltrato puede consistir en agresiones físicas, daño a objetos personales, pequeños hurtos, amenazas, burlas, insultos, aislamiento, difusión de calumnias o cualquier recurso destinado a someter a alguien a una situación de inferioridad y humillación". A esto se suma la versión cibernética, o cyberbullying, que incorpora las nuevas tecnologías al hostigamiento y facilita el trabajo del acosador mediante el anonimato.

Rafaela Burgos, psicóloga clínica, resume: "No es una cuestión casual. Tú puedes tener dificultades con un compañero de clases a raíz de un incidente, y tal vez se llega a los golpes o insultos, pero hay un motivo que se puede identificar. En el bullying no se puede identificar un motivo: la única razón es que este niño tiene características diferentes, que van desde la timidez o escasas habilidades sociales, hasta un niño físicamente distinto o con limitaciones". Yo le di porque vino con un sombrero muy feo, es el tipo de razonamiento sin sentido que esconde el golpe.


La agresión dominicana

El país no es impermeable al bullying. En el "Estudio de Convivencia Escolar en República Dominicana" (2008) realizado por el Instituto de Evaluación y Asesoramiento Educativo (IDEA), se obtuvieron cifras que reflejan que sí, los estudiantes de hoy están sufriendo dentro de las aulas. Consultados sobre si reciben algún tipo de maltrato de parte de sus compañeros, un 20,2% de los alumnos reconoció ser víctima del robo o rotura de sus cosas, y un 16,7% mencionó el "ser insultado y ridiculizado" de forma permanente.

Coincidente con las investigaciones internacionales al respecto, los abusos suelen darse en estudiantes de entre 9 y 14 años. El acoso psicológico es el más común -y el más difícil de detectar-, mientras que la agresión física es la menos habitual. Los hombres sufren más que las mujeres, pero estas últimas son maestras en mover los hilos del terreno emocional.


Señales

Ximena (38, comunicadora), bien sabe de qué son capaces las niñas. Lo recuerda desde el anonimato de su nombre ficticio:Callada, tímida y pasiva, se convirtió en el pasatiempo de un grupo de niñas de su escuela. La exclusión, los sobrenombres y la obligación de hacer mandatos marcaban la tónica: "Se burlaban, sobre todo en el bachillerato, porque estaba rezagada en materia de amores y mis cosas eran de niña todavía, nada de maquillaje ni coqueterías. Las demás me llevaban muchas horas de vuelo en eso. Yo era 'la monjita' o 'la niñita".

La anécdota en cuestión podría no pasar a mayores, si no fuera por un detalle: "Yo evitaba a esas compañeras. Hubo una época en que me dio por no ir al recreo. Me quedaba en el aula con las dos únicas amigas que tenía, yo apartada, mientras veía a las demás divertirse en grupitos chismorreando. A veces quería participar pero no me atrevía por no hacer el ridículo o decir algo que las demás no aprobaran. Mejor me mantenía al margen".

La misma estrategia de aislamiento utilizó Juan Jiménez Coll (50, arquitecto) cuando comenzó el bachillerato. Después de haber sido asediado continuamente desde primer grado por su homosexualidad, eligió la protesta silenciosa: "Un día me paré al lado de unas columnas que daban hacia el patio del recreo. Y me paré ahí siempre, todos los días en el recreo, hasta que acabó el colegio. Recuerdo que pensaba 'quizás, en algún momento, alguien me pregunte por qué lo hago". Nunca nadie le preguntó. De haberlo hecho, él habría confesado la angustia que le causaban las burlas y los golpes que sus compañeros le daban.

El autoexilio de las víctimas es habitual en estas situaciones. "El niño que se va donde el profesor durante el recreo, que no tiene con quién jugar, que merienda o se queda solo jugando con una pelota, o dice que va a hacer la tarea para avanzar... todas esas son señales de que no está siendo aceptado en el grupo y hay que investigar para determinar si existe bullying detrás de esa situación", dice Burgos.

La angustia y la depresión son otros indicativos: "Los niños que viven esta experiencia muchas veces no quieren ir a la escuela y se les suele diagnosticar fobia escolar cuando lo que están pasando es una situación concreta", cuenta Burgos. Y Coll reconoce: "Las burlas me deprimían. Yo llegaba a casa con una ansiedad tremenda sabiendo que tenía que ir al día siguiente a clases. Siempre tenía ese dolor aquí en el pecho, un miedo a ir al colegio: quién me va a atacar hoy, quién me va a relajar, frente a qué voy a tener que defenderme... yo me enfermaba".

El resultado a largo plazo, para Coll, fue casi inevitable: "Lo que más resiento es que no conservo amigos del colegio. No los tengo. Inclusive ahora, han hecho reuniones de ex alumnos y no me han invitado. Ellos se juntan y se buscan, y yo no existo. Fue una época que simplemente viví y no tengo las experiencias, recuerdos o amistades que otros tienen".


El otro lado de la moneda

Carlos (25, productor de eventos) suelta una risa nerviosa y pide un nombre ficticio para dar su testimonio. Tiene fresco en su memoria su época de bully escolar, y hoy reconoce que le avergüenza.

Su agresión comenzó como mecanismo de defensa frente al acoso de sus compañeros. Recién llegado al colegio, a los 11 años, fue recibido con burlas por su sobrepeso. "Me decían 'Moby Dick' todo el día, todos los días. A la semana tomé medidas. Me sentía 'miércale, soy nuevo aquí y quisiera tener panas... tengo que hacerme respetar".

Haciendo caso omiso a las recomendaciones de los profesores ("no les hagas caso"), eligió ser el primero en dar el golpe, en una actitud que el estudio de PLAN, "Aprender sin miedo" (2008) califica como una de las posibles consecuencias de las víctimas de bullying: "[Algunos] reaccionan de manera agresiva. En un esfuerzo por recuperar su condición, algunas veces hostigan a otros compañeros de clase".

Carlos se ensañó con los compañeros diferentes y más vulnerables. "Había uno que era medio amanerado, otro que era flaco y blanco, de pelo rubio pero malo -a ese lo relajaba diciéndole 'albino'-, otro que era medio loco y yo lo metía dentro del zafacón. A los de cursos más pequeños les quitaba la merienda". Y agrega: "Cuando molestaba a los compañeros, me sentía bien, que me respetaban". Los profesores no intervenían: como buen acosador, buscaba los momentos en que no hubiera presencia de adultos.

A los compañeros que le devolvían, Carlos los dejaba en paz. "Un niño que se va perfilando como agresor comienza siendo agresivo con la mayoría, y elige al más frágil como su blanco principal, porque otros le responden", explica Burgos. "Es un tema de poder, no solo de tener una actitud agresiva con la gente en general. En muchos casos, lo que hace el agresor es quitarle la merienda a la víctima aunque no la quiera, para demostrarle que tiene poder. Está buscando sentir que los demás lo admiran, que tiene un lugar especial en el grupo".


El papel que jugamos en esto

"Es importante el rol que juega el público en el tema del bullying. Los observadores a veces no son tan observadores: en muchas ocasiones estimulan e incentivan al agresor. Tienen un papel fundamental", cuenta de entrada Rafaela Burgos. A su juicio, para prevenir el acoso el público tiene una función tanto o más relevante que los mismos protagonistas: "Los observadores muchas veces entran en disonancia porque pueden no estar de acuerdo con lo que se le hace al compañero pero no se atreven a intervenir porque tienen miedo de ser agredidos ellos mismos. Ese grupo necesita saber que puede hablar del tema. Por eso es importante hablar de esto en la escuela, para que todos sepan que esto puede pasar, que si pasa hay que decirlo. Hay que abrir canales de denuncia dentro de la escuela, e integrar de manera más abierta el trabajo con padres, maestros y niños".

Son importantes los modelos: si en su entorno el niño ve que los adultos se denostan a otros por motivos raciales, sexuales o físicos, eso es lo que aprenderá. Al final del día, un niño será abusador si la sociedad en que está inmerso, lo es. Da para pensar.

En su libro "La comunicación con los padres", el psicoterapeuta Rolando Martiñá destaca algunos de los rasgos que suelen presentarse en los protagonistas del bulllying:


Acosadores:

Tienen problemas de autoestima
Por alguna razón no pueden destacarse de otro modo
Provienen de familias donde la violencia se considera normal para resolver problemas
Son mayores o más fuertes que la mayoría de sus compañeros
Son líderes carismáticos, por admiración o temor
Por lo general son extrovertidos, impulsivos
Pueden estar vengándose de abusos sufridos
Pueden estar movidos por la envidia
Tienen dificultad para reconocer los sentimientos propios y ajenos


Acosados:

Son tímidos, temerosos
Son menores, más débiles o torpes que la mayoría de los compañeros
Pertenecen a alguna minoría dentro de la mayoría del aula: de género, étnica, social o de preferencias, por ejemplo, un varón que no gusta del fútbol
Son solitarios, no tienen amigos
Por lo general, son introvertidos
Son recién llegados
Tienen alguna desventaja física
Se destacan intelectualmente y provocan envidia
Son poco asertivos, acceden rápidamente a otros para "evitarse problemas"
Alguna vez denunciaron maltrato y quedaron etiquetados
Tienen gran necesidad de ser aceptados por los demás
Suelen creer que soportar pasivamente las adversidades es la mejor forma de lidiar con ellas


"Los estudios demuestran que los niños y las niñas que son víctimas de hostigamiento escolar tienen cinco veces más probabilidades de tener depresión que sus pares, y que las niñas que lo sufren tienen ocho veces más probabilidades de suicidarse".PLAN: Aprender sin miedo (2008)

Un estudio realizado en República Dominicana develó que un 20,2% de los alumnos ha sido víctima del robo o rotura de sus cosas, y un 16, 7% se ha sentido insultado y ridiculizado de forma permanente.

Hay un mundo de diferencia entre las bromas estudiantiles y el bullying: este último es sistemático y deja en evidencia a una víctima y a uno o más acosadores, que son siempre las mismas personas.

Más información: www.planrd.org


Fuente: DiarioLibre.com ( http://www.diariolibre.com/noticias_det.php?id=287422&l=1 )

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